Hola hola! bueno, comenzar con que siento el retraso, pero ciertos problemas me han desconcentrado y no encontraba ni el tiempo para escribir ni la inspiración para hacerlo, asique, de nuevo lo siento y espero que os guste 'el capítulo 6'. Ya tengo el 7 comenzado y espero que mañana haya un adelanto y que este capítulo vaya más rápido que el 6. Un beso.
CAPÍTULO 6
Me quedo
parada, mirando ese cristal, creo que están bastante claras sus intenciones. Me
quiere cortar con él y esperar a que me desangre por culpa de las heridas. Me
quiere matar. Y solo lo quiere hacer porque cree que estoy con Montu, que estoy
de su lado. No tiene ni idea de que estoy atrapada, igual que él, la única diferencia
son las condiciones en la que está cada uno: él está en unas mazmorras
ruinosas, en unas condiciones penosas. Yo puedo salir de “mis aposentos” y
vagar por el castillo, siempre que no moleste a Montu.
-Marmaduke,
esto no es lo que vos pensáis, lo que os digo es cierto, todo- le digo, no sé
si se va a calmar, pero mientras le hable, le mantendré algo distraído y dudo
que me ataque, así podré pensar en algo que hacer.
-Nadie
creería esta historia que me habéis contado, Tara- dice mirándome fijamente a
los ojos, sin soltar el cristal.
-Por
eso mismo, es tan poco creíble que no puede ser una mentira. Si así lo fuera,
estaría mejor pensado, una mentira más aceptable, ¿no creéis?- le comento,
parece pensar en lo que le digo- Además, ¿para qué me querría Montu aquí? ¿Cuál
podría ser su propósito?
Cuando
digo esto Marmaduke parece recapacitar sobre lo que debe o no hacer con ese
cristal, aún así, en ningún momento lo baja de esa posición amenazante. El
cristal lanza pequeños destellos de luz. Uno de ellos le da de lleno en la cara
al caballero, haciendo que, durante unos segundos, se quede deslumbrado y no
pueda hacer nada. No me lo pienso dos veces y me apresuro a coger el cristal de
sus manos.
-Devolvédmelo,
¡ya!- dice muy furioso.
-¿Por
qué debería de hacer eso?- Marmaduke no sabe qué hacer o decir, sabe que si me
lo intenta quitar, puede salir muy mal parado- Ahora me vais a escuchar- le
digo alzando el cristal, apuntándole- No quiero que os hagáis falsas ideas
sobre mí, porque me parece que sois la única esperanza que me queda por aquí-
no habla, solo se queda ahí, escuchándome atentamente- No estoy con Montu, me
cogió de mi castillo, en Epos, y me trajo aquí. Tan solo me han hablado, y
bastante mal, de una profecía en la que entra un dragón del Bosque Oscuro y una
chica, yo, que tiene que hacer lo posible para que Epos no caiga. Solo sé eso,
ni siquiera sé si es lo cierto o no- Me callo un rato, se me ocurre otra cosa-
Montu me deja estar por los pasillos... ¿por qué a vos no?.
-Es
una larga historia- se limita a decirme.
-Tengo
todo el tiempo del mundo.... pero antes, ¿por qué estáis aquí? en las mazmorras
quiero decir.
-Es
la misma larga historia, Tara- parece un poco más triste al sacar el tema, pero
lejos de sentir pena por él, tengo aún más curiosidad por lo que me va (o eso
espero) a contar- A ver, como ya sabéis soy de Kratos. Cuando acababa de entrar
a ser iniciado a caballero de la mesa redonda, me avisaron, al igual que a vos,
de unas extraños textos, perfectamente llamados profecías, que nuestro mago
había plasmado en las paredes las palabras que vio haciendo quiromancia un día.
¿Mago?-
le corto.
Sé
perfectamente lo que es un mago, pero, la verdad, no he oído hablar mucho de
ellos, y mucho menos, he visto alguna vez uno; en Epos no son bien vistos, la
gente no confía demasiado en ellos, son extraños a nuestros ojos.
-Sí,
un mago, en casi todas las cortes de los 8 Reinos hay un mago, son igual de
comunes que los galenos, ¿no lo sabíais?- me pregunta
-Sí,
claro que sí. En la nuestra no tenemos. Epos, ¿recuerdas?- le digo, el asiente,
es algo que se estudia, brevemente, en la historia de Nueva Cimeria, cuando se
es más pequeño, yo lo estudié hará 4 años- No oigo hablar mucho de ellos, me ha
extrañado, simplemente.
-Bueno,
pues en la que él escribió, ponía que yo, el iniciado de caballero más joven en
las últimas dos décadas, tendrá que ir al Bosque Oscuro y, allí, matar al
último dragón que queda en este.
-Pues,
eso suena bastante extraño- le digo mientras frunzo el ceño.
.Lo
sé, pero mi padre insistió en que fuera, y así, seguro que me aceptarían como
caballero en la Orden... es decir, sería el asesino del último dragón que
habita en los 8 Reinos, todo un honor- dice con un toque de ironía bastante
notable- Asique tuve que hacer caso y venir aquí. Un billete de ida, pero no de
vuelta, me quedé aquí, y desde entonces, no he conocido otro sitio que no sea
esta mugrienta mazmorra.
-Ah...
¿y esa es toda la historia?- digo, sabiendo que hay algo más, algo que no me
está contando, y algo que yo quiero saber, que necesito saber.
-Sí,
¿qué más queréis?- dice bruscamente, evitando mi mirada.
-No,
si lo único por lo que lo digo es que antes no me dijisteis eso, si no que
estaba, estábamos, aquí para liberar a Montu- cuando digo esto, Marmaduke vuelve
a retirar su mirada. Piensa en algo, seguramente en otra posible mentira que
contarme, para que me calle, para que deje de hurgar- Dejad de pensar una
mentora, por favor, sé que lo que me decís es verdad, pero estáis omitiendo
algo, y creo que es algo que me interesa.
-Bueno,
igual es porque creo que no debáis saber la verdad- dicho esto pensaba que se
callaría, que no me diría nada de lo que quiero, mejor dicho, necesito saber…
Pero continúa- A ver, Tara...
No
puede continuar, se queda callado. Parece que escucha algo, pero yo no escucho
absolutamente nada por más que agudizo el oído. Hasta que sí, lo he oído,
parece como si alguien arrastrara algo por los suelos de estos pasillos, en los
que cualquier ruido es intensificado por el eco. Es como si yo anduviera y
fuera arrastrando tras de mí alguna ropa o algo similar. Después de pensar, me
quedo igual que Marmaduke hace un momento; quieto y rígido como una estatua,
respirando agitadamente. Él debe de escuchar esto cada semana, siempre debe de
escucharlo cuando se acerca Montu.
Miro hacia los lados, no puedo salir, solo hay
pasillos y celdas completamente cerradas, no haría absolutamente nada saliendo
de esta celda. Dentro de esta, el único lugar en el que me podría ocultar es en
el montón de paja, pero, sinceramente, no me da muy buena espina; no veo ningún
sitio donde pueda hacer sus necesidades y la verdad, desprende un olor todavía
más nauseabundo que el caballero
Mientras
que pienso en esto, se escucha que el ruido que hace el dragón al andar se
acerca, cada vez, menos pasillos me quedan como tiempo para pensar en una
solución.
-Tara…
tenéis que meteros, os aseguro que es más desagradable pasar un rato, que como
yo, tener que vivir ahí constantemente, además, así no os percibirá con el
olfato- sé que tiene razón, pero es que básicamente, me niego.
-No
me voy a meter ahí, pero vamos, es que ni por todo el oro que hay en Nueva
Cimeria, he dicho que no- se oye a Montu más cerca, está en este pasillo,
dentro de unos instantes estaré completamente condenada.
Algo
extraño pasa, después de cerrar un poco la puerta para hacer que por fuera no
parezca estar abierta, (no sé de qué podría valer, pero lo hago) dejamos de
escuchar cualquier tipo de ruido, no escuchamos nada, ni apoyando la oreja a la
puerta, nada. Solo nuestras respiraciones, agitadas, asustadas. No abro la
puerta por miedo a lo que me pueda encontrar tras ella
-¿Qué
pasa? ¿Por qué no abre la puerta?- le pregunto a Marmaduke
-No
lo tengo muy claro- dice apartándose un poco de la puerta- Lo ha hecho ya
bastantes veces, pero no como no se me permite salir, ni tengo los medios para
hacerlo, nunca supe a donde se dirigía. Tampoco se escucha ningún ruido, asique
dudo que abra alguna puerta, o celda, o algo. Cuando parece que llega a mi
puerta, es como si desapareciera por completo- dice encogiéndose de hombros y
apartando su mirada de la mía.
Me
acerco y me asomo a la minúscula rendija que hay en lo alto la de tosca puerta
de madera, pero no se ve nada de nada al otro lado de esta, solo una pequeña
antorcha al fondo del pasillo que lo ilumina ligeramente, aparte de eso, solo
oscuridad.
Es extraño, si
lo pienso, cuando he pasado por aquí las dos veces, creo recordad que había un
par de antorchas, una al principio del pasillo, y otra al final, al lado de la
puerta, ahora solo hay una, la otra ha desaparecido.
No hay ni
rastro de Montu, no se ve ninguna sombra, no se escucha ningún ruido o respiración…
Pero aún así, no me atrevo a abrir la puerta; las bisagras parecen bastante
viejas y si la abro, corro el riesgo de que suenen demasiado y Montu las oiga.
Debí fijarme mejor al abrir antes la puerta…
-Tara, será
mejor que os vayáis. Si Motu vuelve, que lo hará, y os ve aquí tendréis el
mismo final que yo, y os aseguro que es peor de lo que podéis imaginar. Además,
tengo la certeza de que no tendréis la suerte que yo, no pasará nadie por aquí
que esté dispuesto a sacarnos de estas mazmorras- dice Marmaduke algo alterado.
-¿Por qué
decís eso? ¿Por qué pensáis que no pasará nadie? Yo vine, y seguro que vos pensabais
que nadie lo haría- le digo algo enfadada, he alzado un poco la voz, pero
cuando me di cuenta de donde estábamos volví a susurrar. Marmaduke no me dice
nada, solo suspira, me da la vuelta con sus brazos y me empuja fuera de la
celda. Yo solo puedo resignarme y hacer lo que me dice, mayormente porque
todavía hay un misterio en todo esto, y si me encarcelan, me será imposible averiguar
de qué se trata. Cruzo los pasillos y subo nuevamente las tortuosas escaleras.
Cuando ya
estoy en el distribuidor que da a mis aposentos, me doy cuenta de que no llevo
la llave que abre la celda de Marmaduke. Se me debe de haber caído cuando
pensaba en lo ocurrido mientras llegaba a este piso. Voy a buscarla.
Llevo como una
hora buscando, pero no la llave, si no las
estúpidas escaleras que dan a las mazmorras. Parece raro, yo simplemente
he vuelto sobre mis pasos, y donde creía que deberían estar, solo había una
gran tapia, vieja y llena de polvo.
Sigo
caminando, igual me desvié por un pasillo que no era por equivocación y me ha
llevado al sitio erróneo. Tampoco sería extraño, teniendo en cuenta que he ido
pensando más en Marmaduke que en las escaleras. Marmaduke me ha hecho dudar sobre
la profecía: sobre el porqué estoy aquí. No es por lo que llevo pensando estos
días, (de los que he perdido la cuenta, creo que tres) que al loco de mi galeno
le dio por escribir las locuras que rondaban ya su muy vieja cabeza en las
paredes de sus aposentos, para ver si alguien las leía y flipaba un rato, para
después creer cada fragmento y vivir con temor hasta que todo pase.
Me quedo
parada, con los puños apretados, con las uñas empujando la piel de las palmas
de mis manos, tanto que me voy a hacer sangre en cualquier momento, pero no me
importa, no, no me importa para nada. No lo he conseguido, llevo todo este
tiempo pensando que sí, que había ganado a Marmaduke en la guerra psicológica,
pero no. Ha ganado él. Yo he perdido: No me ha dicho el verdadero motivo de mi
presencia en este castillo, de su verdadera presencia aquí y en esas mazmorras
en las que está. Pero lo que de verdad me ha hecho pensar: No me ha dicho quién
es realmente Montu.
<<capítulo anterior capítulo siguiente>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario